martes, 7 de junio de 2011

Diseñadores: hoy, Philippe Starck

Exprimidor Juicy Salif
A partir de lo que surgió el miércoles pasado, retomamos el blog para sumar información sobre algunos personajes que son ineludibles en la historia del diseño (es especial, el contemporáneo), y que está bueno que conozcan. Por supuesto, pueden sugerir algunos otros que les resulten interesantes, y hablaremos sobre ellos. Mientras tanto, empezamos con Starck.

El caso de Philippe Starck (diseñador francés nacido en 1949) es sintomático: ha diseñado prácticamente todo, desde relojes a barcos, desde frascos de perfume a zapatillas, desde sillas hasta motos. Su figura es el paradigma del diseñador-estrella, aquel que todo lo puede transformar aplicando su mirada innovadora y desprejuiciada... Si bien esta descripción es un poco irónica, lo cierto es que Starck ha logrado, como ningún otro diseñador antes (y, probablemente, ninguno después) exceder los límites de la profesión convirtiéndose en un personaje tan popular como un actor de Hollywood o un deportista de élite. Esto lo ha llevado a ser protagonista de un reality show o a tener fanáticos seguidores que llevan adelante blogs sobre sus diseños en lugares para nosotros extravagantes como Malasia. Pero Starck pudo, incluso, dar un paso más, llegando al extremo de transformarse a sí mismo en una marca. De hecho, su mismo apellido ha mutado en logo, ya que, desde más de una década, ha comenzado a escribirlo así: S+arck (como pueden verlo en su web). Sin embargo, no dejemos que el personaje opaque al enorme diseñador: Starck ha logrado, en muchas ocasiones, innovar de manera radical en varias categorías de productos. Y casi no ha dado pasos en falso: en su enorme producción es difícil encontrar productos pobres.

De ese cúmulo de productos nos detendremos brevemente en el que, probablemente, sea su diseño más emblemático: el exprimidor Juicy Salif, diseñado en 1990 para Alessi, una empresa italiana importantísima (de la que debieramos hablar en algún momento). Ese exprimidor, una imagen extraordinaria de pésima funcionalidad, se transformó con el correr de los años en el paradigma de ciertos enfoques innovadores del diseño,  donde el valor cultural e icónico de la pieza priman por sobre los restantes. De hecho, el propio Starck menciona que su exprimidor no sirve para exprimir cítricos, sino para "empezar una conversación".

Evidentemente, el caso del exprimidor es polémico, más allá de que Starck es indispensable. ¿Que piensan Uds. sobre esto?

Dejo el espacio abierto para la discusión. ¡Espero vuestras opiniones!